Deligne-III

Arriba el Pabellón[1]

(Acuarela)

¡Tercien armas!… ¡como quiera! 
el acostumbrado estruendo 
ello es que el sol va saliendo 
y hay que enhestar la bandera.

Enfilando pelotón 
de la guardia somnolienta 
al pie del asta presenta 
arbitraria formación.

Y hechas a las dos auroras 
en que cielo y Patria están 
pasan de largo a su afán 
las gentes madrugadoras.

Ni ven el sol de la raza 
cuyos colores lozanos 
tremulan entre las manos 
del ayudante de la plaza.

Ni del lienzo nacional 
fijo ya a delgada driza 
recuerda que simboliza 
toda una historia inmortal.

Pues cada matiz encierra 
lo que hicieron los mayores 
por el bien y los honores 
y el rescate de la tierra.

El rojo de su gloriosa 
decisión dice al oído, 
“Soy – dice – el laurel teñido 
con su sangre generosa.”

Es el azul de su anhelo 
progresitas clara enseña 
color con que el alma sueña 
cuando sueña con el cielo.

El blanco póstumo amor 
a sus entrañas se aferra 
dar por corona a la guerra 
el olivo al redentor.

Presenten armas!… Ya ondea 
el Pabellón y se encumbra 
bajo el sol que deslumbra 
y el clarín que clamorea;

ladra un can del estridente 
sonido sobresaltado 
arede en aromas el prado 
rompe en trinos el ambiente.

¡Que linda en el tope estás 
Dominicana bandera! 
¡Quién te viera, quien te viera 
más ariba mucho más!(1895)


[1] Publicado en Ateneo (órgano del Ateneo Dominicano), Año 1, No. 1, Sto. Dgo,, R.D., marzo de 1910. Está en todas las ediciones de Galaripsos.


florecitas

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