Salomé-XIII

Melancolía

Hay un ser apacible y misterioso 
que en mis horas de lánguido reposo 
me viene a visitar; 
yo le cuento mis penas interiores, 
porque siempre, calmando mis dolores, 
mitiga mi penar.

Como el ángel del bien y la constancia, 
en los últimos sueños de la infancia 
aparecer le vi; 
contemplóme un instante con ternura, 
y “Oye -dijo-: las horas de ventura 
pasaron para ti.

“Yo vengo a despertar tu alma dormida, 
porque un genio funesto, de la vida 
te aguarda en el umbral; 
y benigno jamás, siempre iracundo, 
te encontrará, del agitado mundo 
en el inmenso erial.

“Yo elevaré tu espíritu doliente; 
disiparé las nubes que en tu frente 
las penas formarán; 
consagra sólo a mí tus horas largas, 
y enjugaré tus lágrimas amargas 
y calmaré tu afán.

“Seré de tu vivir guarda constante, 
y mi pálido tinte a tu semblante 
trasmitirá mi amor. 
Y te daré una lira en tus pesares, 
por que al eco fugaz de tus cantares 
se exhale tu dolor.

“Y te daré mi lánguida armonía, 
que los himnos que entona de alegría 
la ardiente juventud 
jamás ensayarás, pobre cantora, 
porque siempre la musa inspiradora 
seré de tu laúd.”

Dijo, y de entonces, cual amiga estrella 
alumbra siempre, misteriosa y bella, 
mi noche de dolor; 
y me arrulla sensible y amorosa, 
como arrulla la madre cariñosa 
al hijo de su amor.

Y haciendo que en sus alas me remonte 
a otro mundo de luz sin horizonte, 
de dicha voy en pos; 
y entonces de mi lira se desprende 
nota sin nombre que la brisa extiende, 
y escucha sólo Dios.

Yo te bendigo, fiel Melancolía; 
tú los seres que anima la alegría 
no vas a adormecer; 
porque eres el consuelo de las almas 
que del martirio las fecundas palmas 
lograron obtener.

Por ti en los aires resonó mi acento, 
y para dar un generoso aliento 
al pobre corazón, 
alguna vez la Patria bendecida 
benévola me escucha sonreída 
y aplaude mi canción.

No pido más: bien pueden los dolores 
destrozar sin piedad las bellas flores 
de la ilusión que amé; 
que jamás, bajo el peso que me oprime, 
mientras un rayo de virtud me anime, 
la frente inclinare.


florecitas

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