Skip to content

Oda a la Iguana

Por Luis Carvajal Núñez (1954 -)

Eterna vigilante, memoria de las piedras;
silenciosa y constante como sangre en las venas.
Tus dos ojos no bastan para encerrar al mundo,
mas, en tu frente antigua,
un tercer ojo observa tus verdades de adentro,
tu eternidad, tu historia, tu virtud, tu camino.

No te alcanza tu lomo para cargar el monte,
remontar cordilleras,
llevar valles y grietas y ríos y praderas.
Vigilante del lago que tus lágrimas salan
son tus patas la huella, la marcha y el destino.

Tu mirada contiene la historia de las aguas.
Vetusto monumento a la vida y la tierra
que arrastras por los siglos tu cola y tus motivos.
Tú que viste el inicio de las alas, del vuelo,
del trinar y del nido;
de la piel, de los senos,
de los pechos amantes amamantando cielos.

Tú, que fuiste testigo del milagro del árbol;
del renacer continuo de mil formas de vida:
de la pluma y el pelo,
y del fuego y la herida.

Tú, que en tu palco de piedra viste andar en dos patas,
viste el arco, la flecha, la rueda, la bombilla.
Eterna vigilante, memoria de las piedras,
vetusto monumento, homenaje a la vida;
simplemente no cabes en el mundo de ahora.

No caben tu silencio, tu mirada, tú misma.


Publicado con permiso del autor.


florecitas

Regresar al índice de poemas de Los Animales
Regresar al índice de Poemas de la Naturaleza