Bazil-II

Pequeño nocturno

Ella, la que yo hubiera amado tanto, 
la que hechizó de músicas mi alma, 
la que más blando susurrar de égloga 
derramó en el azul de mis mañanas, 
me dice con ternura que la olvide, 
que la olvide sin odios y sin lágrimas.

Ella, la que me ha dado más ensueños 
y más noches amargas, 
se aleja dulcemente, 
como una vela blanca.

Yo, que llevo enterrados tantos sueños
que cuento tantas tumbas en el alma,
no sé por qué sollozo y por qué tiemblo
al cavar una más en mis entrañas.


florecitas

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