Lamento de anochecer
Mi soledad va a tenderse
a la orilla de los mares,
larga de sed en el viento
por la arena innumerable.
La ardida frente del día
la viene a enjugar la tarde.
Con pañuelos de las nubes
orlados de leve encaje.
¡Paz de la vida que fue!
Ansia de las penas suaves
consoladas en mi frente
por tu hombre tierno y grave,
por tu mano, que sabía
hallar mi mano, y callarse,
por ti, profundo y secreto…
Tarde al borde de los mares.
Se está disolviendo el día
en el agua de los mares.
La roja gota del sol
sobre la herida incurable
del horizonte resbala,
cuelga temblorosa, y cae.
Vienen a asirme las manos
las últimas claridades
como tus manos, al irse
para el infinito viaje
Con una caricia última,
pálida de suavidades,
se me disuelve la vida
en el agua de los mares!
¡Agujas de viento frío!
¡Gris de alma en el paisaje!
¡Mar de violeta! Anochezco
Noche al borde de los mares.
Enero, 1936, Habana, Cuba
Publicado en Obras y apuntes. Tomo III: Camila Henríquez Ureña. (2020). Editorial Universitaria (Cuba).
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