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La raíz

Sobre los campos danza la gracia de las flores
y resuena la verde sonata del follaje;
se han vaciado en el aire mis ánforas de olores
el color fluye y colma las venas del paisaje.

Mientras mi pie devuelve a la ardorosa tierra
el beso de las ramas que rozan mi cabeza,
yo pienso en la raíz que el polvo se entierra,
fredental ignorado de la vital belleza.

La raíz que en silencio; como madre amorosa
mantiene al fruto, oculta bajo la opaca alfombra,
y extiende con la rama y eleva con la rosa
hacia la luz, el lento trabajo de la sombra.

Lo externo puede siempre renovarse.
La hoja cae, el tallo se quiebra, la flor pierde sus galas,
El fruto aguarda una mano que lo recoja,
mas la vida no cierra sus palpitantes olor[es].

Y la planta renace, si la raíz atenta
sostiene su latido misterioso y fecundo.
Ella nada posee, mas todo lo sustenta
y por sus venas corre la fuerza que creó el mundo.

Amor, toda mi sangre se vierte por la herida,
¡bébela y al sol alza tu impetuosa hermosura!
Soy una entraña, un nudo secreto de la vida,
una raíz, henchida de eternidad oscura.


Diciembre, 1834. Santiago de Cuba.

Publicado en Obras y apuntes. Tomo III: Camila Henríquez Ureña. (2020). Editorial Universitaria (Cuba).


florecitas

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