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En la orilla

Vuelvo a la verde orilla, al mar cerúleo, las velas
blancas, las oscuras frondas,
y la casita trémula en la húmeda
caricia infatigable de las ondas.
Aquí, mientras dormías, yo velaba
en las tinieblas, sola.
El ritmo de tu aliento se hermanaba
al golpe acompasado de la ola;
mi corazón temblaba, suspendido
en el garfio sutil de cada ruido…

Después, por el dominio dilatado
que se curva a ceñir el firmamento,
juntos hemos vagado,
juntos en el espacio y el momento;
y entre las sombras, sola,
mi ternura silente,
contínua como el beso de la ola,
alrededor del sueño indiferente
de tu espíritu, en vano ha prolongado
su vigilia doliente.

Vuelvo a la verde orilla. He regresado
con tu recuerdo, sola.
Mi dolor invariable
hermana su latir al incansable
gemido acompasado de la ola.
Entre las quietas frondas,
desde la casa rústica,
trémula a la caricia de las ondas,
contemplo el horizonte ilimitado
hacia él ha navegado,
he bogado, anhelante,
por mares de tormentas y de calma,
hacia él siempre distante,
tan distante de mí como tu alma.


Abril, 1934, Santiago de Cuba

Publicado en Obras y apuntes. Tomo III: Camila Henríquez Ureña. (2020). Editorial Universitaria (Cuba).


florecitas

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