Paisajes Campestres
Por Armando Álvarez Piñeyro (1870s-1920)
Mañana
Jinete en mi fogosa cabalgadura
avanzo en los potreros recién sembrados,
gozando las aromas y la frescura
de tierra removida por los arados.
Hacia el límite opuesto de la llanura
marchan los tardos bueyes acompañados
del canto del arriero…Grata dulzura
vierte la primavera sobre los prados.
Flotan en el ambiente miles efluvios;
a lo lejos destellan maizales rubios
que aumentan del paisaje la regia gala.
Es la mañana hermosa para el idilio…
Recordando las églogas de Virgilio
mi vista echa de menos a “la zagala”.
Mediodía
Un sol relampagueante que reverbera.
Sentados a la sombra de las frondosas
arcadas, escuchamos las melodiosas
sonatas de las brisas en la palmera.
A lo lejos serpentea la carretera
con escamas plateadas y luminosas
a la mente sugiere sendas umbrosas
en tupidos manglares de la ribera.
El chirrido estridente de la cigarra
mezclado a los acordes de la guitarra
que el compañero rasga con blandos sones
sólo turba el silencio…puebla los aires…
sueño de mi trigueña con los donaires
al profundo quejido de los bordones.
Tarde
Ya la tarde se esfuma. Las perezosas
vacadas se encaminan a los corrales.
Hay murmullos extraños de extrañas cosas,
y zumban las abejas en los panales.
De las savias campestres y vigorosas
emergen sus perfumes los vegetales;
y el arroyo murmura con las quejosas
y monótonas voces de sus raudales.
Cerca, en la senda agreste, casi una niña
que, con rústico traje su cuerpo aliña
dejando mal cubiertas dos negras pomas,
canta por intervalos…Su voz retiña…
Van subiendo las sombras de la campiña
y el sol, rojo, se hunde tras de las lomas.
Noche
Recostado en la hamaca con indolencia
tras las rudas labores de la faena,
en los cielos me finjo la trasparencia
de los cálidos ojos de mi morena.
Las estrellas destilan su refulgencia
en la atmósfera tibia, clara y serena:
de los campos aspiro la grata esencia
y me digo, soñando: -”la vida es buena”.
Mientras que en el reposo, de mi destino
lo ignoto y reservado no lo adivino
afuera, el perro ladra y el viento sopla.
Y hasta mi oído llega, desde el camino,
la voz aguardentosa de un campesino
que, a la luz de la luna, canta una copla.
Madrugada
Mugidos de reclamos a sus becerros
en la noche silente da la vacada.
Y en los cielos despunta tras de los cerros
el hermoso lucero de la alborada.
Los corrales resuenan con los cencerros;
las gallinas despiertan con algarada;
al lado de las cercas ladran los perros
y se esquivan, medrosos, de una cornada.
Se amamantan de prisa varios terneros
que a la naturaleza cobran sus fueros
Y, su ardor no saciado, la sed abruma.
Las pletóricas ubres cuelgan repletas
y, a chorros continuados, en las cubetas
rebosa por los bordes la blanca espuma.
Publicados en Bazil, O. (1918). Parnaso antillano: compilación completa de los mejores poetas de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo. España: Maucci, Y en Manuel Mora Serrano. 2017. Los poetas dominicanos frente al paisaje de su país. Acento – Columna Revelaciones agosto 19, 2017.
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