Aquí me tienes tú
Por Carmen Natalia (1917 — 1976)
Aquí me tienes tú, como dormida …
Vengo de un largo viaje
por no sé qué regiones desoladas.
Vengo a tenderme aquí, bajo la sombra
de cualquier árbol bueno y compasivo,
de esos que se levantan
a la orilla de todos los caminos.
Llevaba entre mis manos
una rama florida.
La brisa dispersó todas las flores
y el verano ardoroso
gota a gota sorbió toda la savia.
Seca quedó la rama. . . Por mi lado
pasó un viento de fuego esa mañana …
Ahora, ya lo ves. . . Vuelvo, a tenderme
bajo un árbol cualquiera del camino.
Dormiré largamente, largamente …
Pero mi rama seca no la quiebres,
déjala junto a mí, bajo la sombra …
Tal vez tendrá una flor cuando despierte … !
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Darse
Por Carmen Natalia (1917 — 1976)
En el álbum de María Estela
Darse cual la brisa, sin saber a quién:
al árbol, al nido, al espino cruel …
Darse plenamente, darse como el sol,
que al lodo y al ave brinda su calor.
Darse como el agua que riega la mies,
y baña al cerezo igual que al ciprés.
Darse, siempre darse en aroma o sol,
en brisa y en agua, en dulce Canción…
Darse en un perfume: nardo o azahar,
azucena, lirio… Darse en un Cantar…
Darse en armonías, trino y vibración…
Darse, darse toda en Arte y Amor…
Y hacer que al conjuro de un mago sutil
(De dedos oscuros y blanco marfil)
el alma remonte a la azul región
donde hay luz y trinos, Belleza, Ilusión…
Y en alas de ensueño duerma el Corazón…!
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Deja que descanse
Por Carmen Natalia (1917 — 1976)
Deja que descanse… Traigo tal fatiga!…
Fue largo el camino, fue pesado el viaje…
Me hirieron las zarzas y azotóme el viento.
Pero ya hablaremos… Deja que descanse…
Quisiera dormirme aquí, blandamente,
dormirme olvidando mi angustioso viaje…
¡Qué triste jornada, sin luz y sin calma!…
Pero ya hablaremos… Deja que descanse…
Siento aquí en el alma una angustia inmensa…
Tal vez sea el recuerdo de mi amargo viaje…
Sentí tanto frío! Lloré con tal pena!
Pero ya hablaremos… Deja que descanse…
Cuéntame algún cuento, una dulce historia
que ahuyente el recuerdo de mi triste viaje…
Sola en la jornada! Perdida en la niebla!
Pero ya hablaremos… Deja que descanse…
Y talvez… ¡quién sabe!… así, suavemente,
me quede dormida y emprenda otro viaje…
Un viaje muy largo, por una amplia senda…
Pero ya hablaremos… Deja que descanse…
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Fantasía
Por Carmen Natalia (1917 — 1976)
-Ven… Una historia de duendes
te contaré… Silencio…
(Las manos de la abuela
semejan mariposas cansadas de volar… )
-Ven aquí a mi regazo… Reclina tu cabeza
sobre mi hombro… Empiezo…
(Las manos de la abuela se duermen como besos
en los bucles del nieto, rubio como un trigal…)
Sabes la historia blanca de la Reina del Bosque?
(Su voz suena quebrada, como una rama seca…)
Era una Reina bella como el sol, y tenía
verdes los ojos, verdes como gotas de mar…
-¿De mar, Abuela?… Pero… es verde el mar?
-Hijo… verde unas veces… otras veces azul…
-Cuando el cielo le besa se torna azul, ¿verdad?
-Sí. Prosigo: tenía aquella Reina
una corte de Hadas y un palacio de oro y de cristal…
-¿Y todavía existen Hadas, Abuelita?…
-Sí… existen… pero muy lejanas…
-Y yo no podría verlas? .. .
-Hijo .. .
(Las manos de la abuela
tienen ahora vagos temblores de inquietud…)
Sí… puedes verlas…
Cuando duermes tranquilo… Cuando sueñas…
Las Hadas huyen de la luz…
-Tendrán manos de seda,
así como las tuyas, Abuelita…
Su voz será una música, así como tu voz…
Tendrán los ojos claros, y brillantes y hermosos,
Así como tus ojos… Ojos llenos de azul…
¡Qué bonitas deben ser, qué bonitas, Abuela…
Así… como eres tú!
-Hijo… (Las manos de la abuela,
secas y descarnadas, parece que han sentido
el hálito infinito de la vida…) Hijo…
(Las manos de la abuela
recorren extasiadas la blonda cabecita
rica de Fantasía… ) Hijo de mi alma…
aunque no duermas … aunque estés despierto,
siempre verás las Hadas… !
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He vuelto a esta a solas con mi alma!…
Por Carmen Natalia (1917 — 1976)
He vuelto a estar a solas con mi alma
y no le he dicho nada.
En silencio, tal vez, le dí mi verso
y ella, en silencio, acaso lo guardara.
¿De qué hablaba mi verso?
Nació sólo por ella, por mi alma.
Nació en sus blandas fibras
que tiemblan ante el raro
prodigio de la vida y en ella se desgarran.
Nació porque mi alma, serenamente, ama
todas las cosas buenas,
todas las cosas tristes,
todas las cosas bellas,…
Nació en sus blandas fibras
y ha de morir en ellas…
Por eso, cuando quise decirle tantas cosas
no pude decir nada
y le ofrendé, temblando, mi verso silencioso.
¡Quieres saber ahora lo que dice este verso!
¿Tú no sabes que nadie
podría comprenderlo?
No tuvo el viejo molde de las palabras hueras,
ya te lo dije antes,
nació porque mi alma
ama todas las cosas de la vida.
Nació en sus blandas fibras,
por ella y para ella.
Fué un verso silencioso,
sin palabras, sereno…
¡Solamente mi alma podría comprenderlo!
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Mi risa
Por Carmen Natalia (1917 — 1976)
Para Margarita Contín Aybar
Disuelta en la brisa
se me vá la risa
-cascabel de plata de argentino son-…
No sé donde nace, ni sé porqué vino,
solo sé que siento su temblor divino
dentro el corazón…
Viajero, Viajero
que pasas de largo por este sendero,
detén tu vagar…
Escucha mi risa,
que envuelta en la brisa
con su tintineo te quiere alegrar…
Viajero, Viajero,
detén la jornada…
Déjame decirte lo feliz que soy…
No sé porqué río… No sé ni me importa…
pero así, Viajero, la senda es más corta
y riendo yo voy…
Viajero, Viajero,
detén la jornada
y escucha mi risa de argentino son …
No sé dónde nace ni sé porqué vino,
mas desde que siento su temblor divino
yo voy desgranando por todo el camino
la loca alegría de mi corazón…!
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No digas a nadie
Por Carmen Natalia (1917 — 1976)
No digas a nadie tu intensa amargura,
no digas a nadie tu acerbo dolor,
no digas a nadie que en húmedas noches
has llorado a solas tu ausencia de sol…
No digas a nadie que tu angustia es loca,
que una pena oculta taladra tu ser…
No digas a nadie que tu cielo es negro
ni que tu garganta se abrasa de sed…
No digas a nadie que sufres y lloras,
que ni ríe tu labio ni canta tu voz,
no digas a nadie que te duele el alma
ni que anhelas, loca, cielo, espacio y sol…
No digas a nadie tu intensa amargura,
no digas a nadie tu acerbo dolor.
Sonríe ante el mundo y acalla el gemido
que brota angustioso de tu corazón…!
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Una tarde sin sol en tu cabaña
Por Carmen Natalia (1917 — 1976)
Yo detendré mi paso en tu cabaña
una tarde sin sol, dulce y serena.
Tocaré levemente la ancha puerta
y esperaré en silencio hasta que abras.
Entonces seré huésped de tu cena.
Cuánta luz en redor y qué infinita
quietud de monasterio en tu cabaña!
Cenaremos sin prisa y sin palabras,
mientras las horas tejerán su ronda
y hablarán en silencio nuestras almas.
Después, me iré muy lejos con mis ansias,
sin una frase inútil y sin una
lágrima de amargura o de nostalgia,
te quedará tan sólo mi sonrisa…
Me llevaré tan sólo tu mirada…
Una triste sonrisa… Una mirada…
Y lo que no dijimos ni diremos:
un suspiro, un recuerdo y una lágrima.
Toda una vida y toda una tragedia
una tarde sin sol en tu cabaña!
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Publicados en Carmen Natalia. 1981. Alma Adentro – Obra poética completa 1939-1976. UCMM, Santiago Rep. Dom.