Gaston Fernando Deligne (1861-1913)
Gastón Fernando Deligne y Figueroa nació en Santo Domingo el 23 de octubre de 1861, de madre criolla, Ángela Figueroa, y padre francés oficial de marina, Alfred Jules Deligne. Este matrimonio tuvo, además, a Rafael, también poeta, Teresa y Dolores.
Mientras todavía era un niño, murió su padre de fiebre tifoidea mientras intentaba mejorar su situación económica en Haití. La pobreza de su madre conmovió al filántropo Padre Billini quien lo internó en el Colegio San Luis Gonzaga hasta que obtuvo el grado de Bachiller en 1877.
Terminado los estudios, trabajó como tenedor de libros en un almacén propiedad de Aarón Namías localizado en la zona colonial de Santo Domingo, donde laboró durante quince años. En 1891, debido a la aguda crisis económica y al desequilibrio político y social que afectaba la capital dominicana, decidió trasladarse a San Pedro de Macorís, estableciendo su residencia definitiva en dicha ciudad. A su llegada a Macorís intentó, sin suerte, hacerse comerciante, pues en un período de seis años instaló tres negocios y todos fracasaron. Ante esa situación retornó a su viejo oficio de tenedor de libros y encuentra protección en el banquero alemán Van Kampen, de la firma Van Kampen, Schumuker y Co., quien lo protege hasta la hora de su muerte.
Es el más sabio y original de los poetas dominicanos, el de más hondura filosófica y el de la vida más trágica. Una de sus características es la gran variedad que nos ofrece de formas poéticas y de contenidos temáticos. A pesar de que sus primeras composiciones poéticas tienen rasgos románticos, simbolistas, impresionistas y modernistas no le tomó mucho tiempo adquirir el estilo propio y original que caracteriza su obra, la cual está marcada por la preocupación social y el incuestionable patriotismo que defendió durante toda su vida.
Con él se inaugura una poesía diferente. Tuvo vida lírica propia. Supo profundizar en los estados de ánimo individuales y sondeó sistemáticamente en el drama íntimo de personajes angustiados, abandonados y tristes.
El interés de Deligne por el tema filosófico existencial se nota desde temprano. Así observamos en el tratamiento de la mujer, como en “Angustias”, “A Sor María de las Nieves”, “Confidencias de Cristina” y a varios de sus Romances. En muchos otros poemas, con variada temática, se observa la misma preocupación existencial, sea la patria, sea las tragedias político-sociales, sea las costumbres pueblerinas, sea la creencia popular, mezcla de ritos diferentes, sea la Naturaleza tropical, en fin, la Vida misma.
La vida de Gastón Deligne fue la de un solitario; no tuvo alumnos ni seguidores. Su estilo necesitaba una individualidad como la suya que hiciera de la sobriedad su máximo recurso, por lo que contrajo de tal modo su estilo, en su última época, que se separó de sus contemporáneos y, pese al coro de las alabanzas, fue siempre un incomprendido. Para muchos su inspiración estuvo siempre a medio vuelo. Produjo una obra literaria breve, a ritmo lento (su obra recogida en Galaripsos asciende sólo a 61 poemas), y a pesar de todo puede ser considerado como uno de los poetas mayores y más originales de América. Nadie como él ha sabido retratar al dictador y producir anatemas tan efectivos, como los que aparecen en su poema «Ololoi», un doloroso testimonio personal sobre la dictadura de Ulises Heureaux.
Desdeñó el Modernismo, entonces en boga, y prefirió nutrirse directamente de los clásicos y su realismo, aunque lo superó en profundidad y alcance muchas veces.
Como prosista cultivó también la crítica literaria. Sus artículos y ensayos están contenidos en el libro Páginas olvidadas, en el que se recogen también las colaboraciones que bajo distintos seudónimos entregaba regularmente a los periódicos y revistas del país y de Cuba. Su influencia intelectual en el ámbito literario dominicano de su época fue enorme.
Aprendió latín, griego, italiano, francés e inglés y tradujo al español textos de los franceses Paul Verlaine y Víctor Hugo y del norteamericano Henry W. Longfellow. Colaboró en los periódicos petromacorisanos El Cable y Prosa y Versos y en la capital con El Teléfono y El Lápiz y con las revistas La Cuna de América y Letras y Ciencias.
No se sabe cómo él, lo mismo que su hermano Rafael, adquiere la lepra. La agonía y muerte de su hermano lo horrorizan a tal extremo que cuando siente en él los primero síntomas de la fatal enfermedad, pone fin a su vida de un pistoletazo el 18 de enero de 1913, a los cincuenta y un años. A él se le puede aplicar aquel verso que le había escrito y dedicado a la muerte de su propio hermano Rafael, también escritor: “Ya has cavado hondo surco / ve a dormir, labrador”.
Parece que antes de morir destruyó un manojo de poemas dedicados a una mujer que, aunque ya estaba casada, amaría con inusual intensidad, la pianista española Paquita Castañer. Gastón Deligne dejó tres hijos: Amancia, Francia y Gontrán.
Obra
- Soledad (1887),
- Galaripsos (1908),
- Romances de la Hispaniola (1931),
- Páginas olvidadas (1944),
- Soledad y poemas dispersos (obras completas 1, Fundación Corripio, 1996).
La Fundación Corripio ha publicado todas sus obras en dos volúmenes: