Josefa A. Perdomo
Ya se integró al espíritu fecundo
que un tiempo hiciera palpitar su lira,
ya es átomo y celaje y blando efluvio
del perfume, la luz y la armonía.
Nos deja en sus melódicos cantares
inmaculado resplandor celeste,
como el halo divino de una estrella
cuando traspone trémula el Poniente.
Enamorada del ameno valle
y del florido soto fue calandria
que alguna vez al éter ascendiera
con la serena majestad del águila.
Gloria y honor del sexo en que el futuro
vincula honor y gloria y alegría,
fue de aquellas que irradian las virtudes
prez del hogar, que los hogares nimban.
Y es de aquellas criaturas venturosas
cuya vida fue salmo, hermoso y noble;
y ante cuyo sepulcro esparce adelfas
y cíñese la patria de crespones.
[1] Publicado en Los Poetas. Consultado enero 2025
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