Trina De Moya-VII

La patria y la mujer dominicana

Por Trina De Moya (1863 – 1941)

A doña Ercilia F. de Moya

Existe una comarca bajo cielo esplendente,
que cual matrona regia de excelsa majestad,
levanta hasta las nubes la altiva y noble frente
con ínclita corona, do luce refulgente
el sacrosanto lema: dios, patria y libertad.

Por pedestal teniendo un suelo prodigioso,
alfombra gigantesca de perennal verdor,
feraz como ninguno, más que otro alguno hermoso,
para gozar lo escoge del eternal reposo,
legándole sus restos, el Gran Descubridor.

Orlada de alba espuma la augusta y firme planta,
— Sultana primorosa del antillano mar—
radiante como Venus Quisqueya se levanta
en medio a tanta pompa, a maravilla tanta
con que natura pródiga la quiso regalar.

Tiene el gesto heroico de intrépida guerrera
si su alma independiente comprometida ve;
a ratos se enardece cual irritada fiera…
Pero es madre amorosa, nodriza placentera
para el extraño, y tierna como ninguna fue.

Es suave y delicioso su clima temperante,
variada y vigorosa su erial vegetación,
perennemente llena de savia fecundante;
no tiene espinas bravas su fronda exuberante
ni ocultan sus malezas mortífero aguijón…

No hay fieras en sus bosques ni aleves criminales
su ambiente es el ambiente de plácido vergel,
dentro su seno encierra valiosos minerales,
y doran cañas dulces sus vegas tropicales,
que el industrial convierte en nectarina miel.

Aquí la vida Flora con mano delicada
retoca diariamente el don primaveral,
transforma el prado ameno en cesta perfumada,
y al emprender su curso la lúcida alborada
encuentra nueva alfombra de tintes sin igual.

Pero aún tiene Quisqueya un algo más divino,
la gracia más preciada que diérale el Creador
para alegrar lo triste, fatal de su destino;
síntesis de sus dones, compuesto peregrino
de luz y de armonías, de aromas y de amor.

Es la mujer! Señora del lar dominicano,
la de su augusta madre gloriosa encarnación,
la de candor de niño y espíritu espartano,
la digna compañera del noble quiqueyano
de clara inteligencia y honrado corazón.

La que ama como aman las aves y las flores,
con la más tierna y pura y franca idealidad,
que como esposa y madre, en bien de sus amores,
encubre con sonrisas los íntimos dolores
y hasta la vida ofrenda con noble dignidad.

La asidua y laboriosa que en estudiar se afana,
y en breve alcanza título de honrosa profesión;
la que es ejemplo vivo de caridad cristiana,
la que es mujer y ángel, la que es dominicana
y es toda sentimiento y toda corazón…

La que a su patria honra y dignifica y quiere;
como la reina mártir que de Jaragua fue;
la Trinidad heroica que en el cadalso muere;
la profesora ilustre, que triunfo y gloria adquiere:
la Apóstol y poeta, la egregia Salomé.


Publicado en Bazil, O. 1917. Parnaso dominicano: compilación completa de los mejores poetas de la república de Santo Domingo. Argentina: Maucci


florecitas

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