Elegía al Río Muerto
Por Dionicio Hernández Leonardo (1961 – )
Ay,
recuerdo tu cauce lleno de vida,
alegre y sonriente.
Un bailarín feliz que danzaba
al ritmo del son que tocaban tus aguas en las cascadas.
Ay,
recuerdo las burbujas blancas
aquellas que brotaban de las angosturas de tu lecho,
siempre divertido
y veloz como saeta en competencia.
Ay,
también recuerdo que te disfrazabas de bestia salvaje
al recibir las lluvias de tormenta que traían los huracanes;
asustaba a tu paso,
pero sólo era una fiera con vocación de mansa oveja.
Ay,
pasaron los años y llegaron los depredadores.
Hirieron de muerte tu cauce.
Te despojaron de la arena que te servía de cama
y cortaron los árboles que te cubrían del Sol.
Hicieron negocio contigo.
Te robaron la vida.
Ay,
ahora, estás muerto
Nadie curó tus heridas
y no quisieron escuchar tus lamentos.
Se hicieron los sordos,
y los mudos, cuando preguntaban por ti.
Ay,
te abandonaron, amigo,
los responsables de protegerte se taparon los ojos
para no verte agonizar,
y los oídos, para no escuchar tus gemidos.
Ay,
tu cauce es solo recuerdos
y sueños rotos convertidos en fantasmas
que duermen desnudos en una maleta de olvidos que nadie reclama.
Ay,
nadie está preso,
la justicia se fue de vacaciones.
Publicado con autorización del autor.
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