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Empujando la Loma

Por Dionicio Hernández Leonardo (1961 – )

Desde la otra tarde,
la que murió atrapada en mis ojos al caer el día,
vengo empujando la loma hacia el rio
para contemplar sus penas calladas,
sufridas.
Laceraron su cauce con una lanza de olvido y negocio.
Le robaron la arena y las piedras de las cascadas.
Le dieron a beber el veneno que se forma en las cloacas de la ciudad
y en los residuales de las industrias.
El Sol se bebió sus aguas, y la Luna no hizo nada.
La ciudad se quedó callada.
Creo que nadie hizo nada.
Ahora el rio está medio muerto,
o tal vez muerto entero,
Y son mis ojos que aún le ven aliento.
Estoy cansado,
Creo que ya no tengo fuerza para seguir empujando la loma
Me recostaré en una esquina de su sombra.
Descansaré mi cansancio
y descansaré la loma.
Me dormiré hasta mañana.
Y mis ojos, que ya no duermen, leen los rituales de las noticias:
“Han contaminado al rio”
“Están talando la loma”
“Hacen carbón en la loma”
“Alguien le prendió fuego a la loma”
Y ahora arden en llamas las ilusiones y la loma
Pronto no tendremos pinos para empujarla
Ni madreselvas florecidas para mostrarnos el camino de bajar al río;
Se ahogarán de sed y de ausencias,
y no llegaremos al rio.
Total, ya está medio muerto, seco, solo y olvidado.
Y en esta pausa de contemplaciones,
en el silencio de la nada,
el oráculo del bosque me dijo que la ciudad también se olvidó de
la loma,
que después no se lamente.
También me dijo que nadie caerá preso por el crimen del rio y las
heridas a la loma.
Que los criminales son “personas honorables” que tienen
padrinos en la política.
Que mejor no diga nada y deje la loma tranquila
para que no me pase como al rio, que ya es un difunto.
Pero, no la dejare sola, aunque ya no pueda empujarla.
Mientras tanto, en lo que encuentro ayuda, pregunto:
Sin el rio y sin la loma,
¿Quiénes serán los difuntos?


Del poemario “Del otro lado de la selva de cemento”. Santo Domingo : Búho, 2019. Publicado con autorización del autor.


florecitas

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