(Soneto)*
Abrí la propia sepultura: el alma.
Ahondé en mi propio corazón: abismo.
Y sepulté con infinita calma
aquel amor que asesiné yo mismo.
Canté los funerales del olvido
y eché un crespón de luto al pensamiento,
y en la resignación del bien perdido
nació esta inmensa soledad que siento.
Y así voy arrastrando por el mundo
este cadáver de un amor profundo
que precipita mi melancolía.
Pero a veces lo siento aquí en el fondo
como si me llamara y no respondo
por miedo de que viva todavía.
* Encontrado sin nombre. Biblioteca del Soneto. Revisado enero 2022.
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