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Ozama

     La ciudad puede cotidianamente
despertar y morir
en su horizontal crecimiento.
Pueden los mondos funcionarios del régimen
multiplicar sus espejos
renovar sus roperos
sin que los líquidos de tu cólera
laven de sus solapas
los colores de la sangre.
Esa es su marca: señal convenida.

     Cuando los diminutos ángeles populares
rescaten nuestras banderas pisoteadas
ignoro qué escondidas muertes
qué húmedas y oscuras historias
podrán retener tus aguas.

     Pierden majestuosidad las lilas
en tus espejos.
Pienso que no tendrías razón de existir
a no ser por la aleve aridez
que recorre el corazón de esta isla.


Vivir. Santo Domingo. 1981.
James Rawlings, Norberto. Poesía completa (Biblioteca de las letras dominicanas nº 69). Kindle Edition.


florecitas

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