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De soles abiertos

De soles abiertos solivianto musas. Hay tornados intrínsecos socavando demonios. Preciso el filo de la espada que ilumine este túnel. Pido piedras chispeantes. Magma que pincele murales denunciantes. Voces-navajas que taladren silencios cómplices de satisfacciones inmediatas. Hay tanto combate a oscuras en las adoquinadas salas. Alfiles certeros salen de su protocolo, enlutando avenidas de miseria. Hay un alud de olvido sobre el hambre al doblar la esquina. Alguien desdobla códigos, aúlla, y luego impone, a muros, el absurdo del odio… la sutileza del discrimen.

Catapultas, arcabuces disparando sentires avasallan, irrumpen derribando ventanas paisajistas. Turbas de hirientes filos desgargantan lecturas, protocolo, vino y mierda… Desorbitado, alcanzo a ver la vida que ―preñada de mí, desata su tornado, pariendo irreverente, imprevista y sin rumbo, mis soles abiertos. De soles abiertos nace un teclear unirrítmico, la geografía deforme de mis pensamientos. Hologramas. Meditaciones prófugas, como desesperados transeúntes, improvisan cobijo bajo el azar del tiempo. Bebo este suelo blanco. Es caldo frío que me enclaustra. Ártico extraño. Oquedad. Mudo mural. ¿Qué me haces? ¡Deshiela ya mis dedos!


florecitas

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