Insulantes
A Pedro Vergés
Et je voguais, lorsque ´a` travers mes liens rêles
De noyés descendaient dormir, a’ recoulons!
Arthur Rimbaud
Pero el país del sol es nada más tormento,
Estertores, chatarra y glorias olvidadas.
Mi patria se detuvo en unas cuantas calles,
Polvo cuaresmal de la infancia, aguaceros tremendos y animales domésticos,
Nombres ya difusos que remolco hacia la nada.
Ella me gritaba, la patria, no te marches,
Pero soy del país del exilio eternizado,
Extranjero a bordo de mis pies sin zapatos,
En el idioma nuestro, en sus adagios,
En las aberraciones de mis blancos ancestros,
En la oración del ángelus, en las hojas y el fango
De la sombra que a tientas levantaba mi carne.
Ella me gritaba, la patria, no me dejes,
Pero soy del país de los que no retornan,
Estirpe insufrible que al mar se arroja triste
Y bajo la tormenta del cosmos doma fieras.
Soy de una tórrida estación y abarco sueños,
Lo fugaz del amor y el tajo permanente del filo del adiós.
Soy habitante de tortuosos designios,
De la fiebre, la carencia, el desatino, el duelo.
Pero el país fue nada más aquello,
Estertores, guaracha, batallas santiguadas en manos de la suerte,
Estercolada sangre que nunca más retoña.
Ninguna otra sustancia pudo labrar mi surco ni apoyar mi pisada,
Porque del país del exilio perpetuo voy llegando
Y del país de los que nunca retornan quiero ser.
Del libro Lengua de paraíso, Premio de Poesía de la Universidad Pedro Henríquez Ureña 1992
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