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Brindis por la madre

Por Dionicio Hernandez Leonardo

Madre,
brindo por ti,
que pariste vida,
que pariste futuro,
que pariste aliento y nueva esperanza.
Fuente de amor y alimento.
Vientre sagrado de la naturaleza humana.
Nido fecundo del plan divino del creador del mundo.

Madre,
brindo por ti,
educadora de la familia.
Remanso de paz y seguridad de los hijos.
Crisol de amor que forja la simiente en alma,
Ojos de guardián y consuelo.
Voz que perfuma los oídos
y despierta la alegría.
Regazo de calor para secar lágrimas las noches de desvelos.

Madre,
brindo por ti,
dulce cantora
compositora ingeniosa de acordes y cantos.
Labios que anuncian paz y alegría;
que anuncian el final del llanto.
Manos abiertas, para dar.
Puños cerrados, para defender la vida con arrojo.

Madre,
brindo por ti,
agradable sonrisa tierna.
Regazo y cuna de amor infinito.
Angel de oídos agudos que escuchan el hambre en el silencio de la cuna,
y en la distancia, el peligro que asecha a los hijos.
De la vida, eres bondad hecha carne
Y del hogar, la luz que no se apaga ni languidece por los fríos.

Madre
brindo por ti,
cigüena cariñosa.
Perla hermosa en la selva y del otro lado de ella.
Amor que nunca morirá,
porque de aquí irá a la gloria,
porque eres de Dios
y pertenece al Cielo,
porque para ser madre se necesita Luz Divina.
Hay que parir amor
y esperanza.
Hay que ser valiente,
tener calor en las miradas
y alegría en los ojos.

Madre
cuando ya no estés
llevaré tu amor en mi memoria.
Tus dulces cantos, en mis labios.
La paz de tus miradas, en las mías.
Tu conducta intachable, en mis actos
Tu voz sanadora, en mi calma.
Tus manos milagrosas, en mis recuerdos.
Y por ser madre de la vida,
Brindaré por ti cada mañana de mi vida.


Dionicio Hernandez Leonardo. 2019. Del otro lado de la selva de cemento. Editora Búho. Santo Domingo.

Reproducido, con permiso del autor, 10 de junio, 2022


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