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flor rosada sobre campanitas purpuras

Madres del sur

Por Mercedes Magalys Cabral Castillo (1958-)

Invocando los ancestrales espíritus de las hijas de Tlazoltéotl,
convidando los fantasmas de Mesalina y Popea,
pongo mi corazón en la pira donde se inmolan las que
enceguecidas por el amor, extraviaron el camino, confundieron la senda,
y no comprendiendo su inutilidad, renegaron su esencia.

Las que como Penélope, aguardan la llegada de quien sumergido en un envolvente
océano, jamás torna atrás su mirada.

Las que cada noche rebosan de aceite sus lámparas,
las que en vela reciben, con el día, al lucero del sur, buscando tras la aurora el rostro
de su amado.

Las espartanas guerreras que el fruto de sus entrañas ofrecen a la patria amenazada.

Las que como raíz, en soledad y sin pausa, penetran la Pacha Mama para nutrir a sus vástagos sedientos de amor y pan.

Con todas ellas y más, fundido mi corazón se hace brasa candente que sube por mi garganta y estalla
mi voz para nombrarlas.

Las invisibles, las olvidadas, las del nunca y nada, las repudiadas, ignoradas, vejadas, mutiladas, asesinadas desde Lilith hasta la vecina de cualquier aldea que ayer, por atreverse a ser mujer fue borrada con encono de la faz de la tierra.

Por todas, las que partieron, las que hoy con llanto abonan el sendero que transitan indolentes muchos, las que vendrán con ilusión a cosechar los frutos de tanta sangre derramada, no callaré.

Ni el silencio ni el olvido vencerá su recuerdo, MADRES.


Reproducido, con permiso de la autora, mayo 2022


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