Noche IX

No más

Por María Inés Iacometti (1972-)

¡Qué grandes parecen ser nuestros esmeros y qué pequeños suelen quedarles al alba!

Las flores nos comprenden… Ellas aguardan el día más adecuado y despliegan su belleza para cada caminante, con la efímera esperanza de al menos, ser vistas; pero más de una vez entregan sus esfuerzos a la tarde y resignan su corta existencia, sin lograrlo.

El amanecer también entiende la desazón de sentirse escaso. Abre sus ojos cada día, puntualmente, aún temiendo molestar con su claridad pero con la certeza de ser necesario y la firme ilusión de ser contemplado. Mas…, en la carrera de la vida, no hay espacios para detenerse en él.

La mañana es un desperdicio de sol, si no encuentra niños jugando en la plaza.

Y la brisa busca vanamente un reparo de sueños que la cobijen.

Entonces… ¿Por qué pretender que nuestros afanes de alegría, se vean?

¿Por qué manifestar esta inquietud de sangre impregnada en quimeras que giran en este tonto mundo, buscando a quienes aún, a soñar, se atrevan?

Si somos no más que un grano de arena o una gota de mar…


6 de mayo de 2009. Publicado con permiso de la autora.


florecitas

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