El Palomo, la Paloma y la Lechuza
Por José Núñez de Cáceres (1772-1846)
(Repréndese el perjudicial empeño de impedir
los matrimonios a pretexto de la pobreza de
los contrayentes)
Sobre la seca rama
de una añosa caoba
vinieron a posarse
el Palomo y la Paloma.
Si esta unión fue casual o meditada
ni hace al caso, ni es cosa averiguada.
Ojos adormecidos y a más, las alas flojas
publican que la ninfa
tiene interior congoja.
Que del alma las penas y desvelos
siempre se ven aunque por entre velos.
Al galán igualmente
la pesadumbre agobia
pero es hombre y se esfuerza
y con voz amorosa
le pregunta: ¿qué tiene y qué motivo
de sus ojos apaga el fuego vivo?
Ella entre pucheritos
y frunciendo la boca
díjole que la causa
es hallarse tan sola
y expuesta a los peligros de este mundo
en falacias y engaños tan fecundo.
Mas yo también observo
en tu rostro una sombra
indicante seguro
de pena que devora.
Y pues que yo te dije mi tristeza
dime la tuya con igual franqueza.
Contra mí, le responde,
el infortunio agota
de trabajos la serie
de miserias la copa,
sin casa, sin albergue, sin comida
apetezco la muerte, no la vida.
Mas variando de especie
y hablando de otra cosa
vivo tu soledad
y mi vida afanosa
¿alivio no tendrás, a lo que veo,
en los dulces placeres de himeneo?
La Lechuza que estaba
escuchando la historia
desde el hondo agujero
que labró la carcoma
la cabeza sacó del lado afuera
y les comienza a hablar de esta manera:
¡Qué santo matrimonio!
Ninguno lo mejora.
El marido sin capa
y sin manto la esposa.
Si el refrán lo reprueba, yo lo alabo
aunque tuerza después la puerca el rabo.
Callóse, y el Palomo
entendiendo la sorna
le replica: a su cueva
vuélvase la trinosa.
A morir triste, solitaria y muda
sin mano amiga que le preste ayuda.
Los débiles bejucos
que espesa selva brota
se enlazan y resisten
la tempestad furiosa.
Así nosotros en la unión buscamos
el bien que divididos, no encontramos.
Publicado en Dos Siglos de Literatura Dominicana. I – Poesía. 1996. Colección Sesquicentenario de la Independencia Nacional. Vol. X. Santo. Domingo, República Dominicana.
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