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El Lobo y la Raposa

Por José Núñez de Cáceres (1772-1846)

(Los malos nunca encuentran nada
bueno en los hombres honrados,
principalmente si sirven de estorbo
en sus maldades)

Con impaciencia el Lobo
por bosques y caminos
gritaba en altas voces:
¡No sé por qué motivo

Dispensa el hombre afable
al perro su cariño!
Es glotón, es avaro,
adula con fastidio.

Y si bien se examina
su ponderado instinto,
no se hallará otra cosa
que un faláz artificio.

Si de la casa el amo
le recomienda el cuido,
échenle pan y carne
y no dará un ladrido.

Observa donde guardan
el bocado esquisito,
y ronda en su entorno
hasta lograr el tiro.

Es de la hipocresía
el retrato más vivo:
en lo exterior virtudes,
por dentro todo vicios.

Algunos animales
de los pocos advertidos
al fin se alucinaron
con estos y otros gritos.

La Raposa a este tiempo
se acerca de improviso,
la aguardan, la saludan
y le ponen en pico

Las cosas que del perro
al lobo habían oído
y que todos estaban
prontos a su extermimio.

Entonces la Raposa
que en su olfato fino
husmeó donde estaba
el veneno escondido,

Después de alguna pausa,
y viéndolos tranquilos,
les habló con la sorna
que le es propia, y les dijo:

Aunque es prenda estimada
el candor, mis amigos,
su dosis de malicia
con él hace buen misto.

El trato con los buenos
será franco v sencillo:
mas siempre de reserva
usad con los inicuos.

¿Por qué del Perro el Lobo
tanto mal os ha dicho?
porque cebar quisiera
en la grey su apetito.

Y el Perro fiel a su amo
con celo siempre activo,
defiende de sus garras
los mansos corderitos.

Y pregunto yo ahora
por iguales principios:
¿Acá entre los mortales
no sucede lo mismo?

¡Oh, cuántos a los buenos
atribuyen delitos!
¿Y por qué? porque estorban
sus malvados designios.


Publicado en Emilio Rodríguez Demorizi. 1946. Fábulas Dominicanas. Ciudad Trujillo, República Dominicana.


florecitas

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