A los padres
Por Julio Rafael Anglada García (1966- )
Hoy es día de los padres
Un día muy especial
Por eso quiero cantarles
De manera espiritual
Padre es una palabra
Facilita de llevar
Pero lo difícil es
El ser un padre ejemplar
Padre es aquel hombre
Que provee el alimento
Y en toda necesidad
Esta siempre muy atento.
Padre es aquel caballero
Que a sus hijos los cuida
Pero que sabe muy bien
Que él no es dueño de sus vidas.
Padre es aquel señor
Que a sus hijos los reprende
Para el día de mañana
No sean unos delincuentes.
Hoy es día de los padres
Les quisiera regalar
Una Rosa de mi huerto
Algún don muy especial.
Solo tengo estas palabras
Sazonaditas con sal
Recíbanlas y que con ellas
Podamos algo curar.
Recordemos este día
De manera especial
A Jesucristo el Mesías
Junto al Padre Celestial.
Asciendan estas palabras
Hasta el trono de la gracia
A Jehová el Dios Eterno
Que nos libra de desgracias.
A nuestro gran creador
A su Espíritu de vida
A Enmanuel el salvador
Que nos ama sin medida.
Hoy es día de los padres
Un día muy especial
Por eso quiero cantarles
De manera espiritual.
—
Publicado con permiso del autor.

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Versos que me crispan. Al hijo de la abuela que es mi padre
Por Carlos Márquez
Domador
de la materia prima,
aventurero de origen,
te evoco alto y espigado
con los ojos pardos
justificando duendes.
Padre del trabajo audaz,
del aprendiz sin prisas,
te tengo a flor de labios
de grosellas,
y al hablar
te nombro
bailando sones
tocados por los grillos.
Padre,
mi pensar es,
que el rosario y el Cristo
pendiendo de la vieja,
te poseyó de pesadillas.
Las recuerdo,
me pertenecen,
como me pertenecen
mis sueños
que no imitan los tuyos.
Pienso padre
que los labios masudos
de la abuela,
te enseñaron oraciones
medievales
que te imploran..
jugar todo,
bailar más,
quedar sin nada,
trabajar siempre.
—
Publicado con permiso del autor.

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Despedida
Por Juan Carlos Mieses (1947 -)
Te irás,
Pero no en la premura de los truenos
Sino como un redoble de caballos en la tierra.
Sabrás que alguien espera tu señal
Para cerrar el mundo en tus pupilas.
Recobrarás por un momento
El vuelo de las efímeras palomas de tu infancia,
El asombro primero
Cuando el mundo era grande como el viento
Y tus árboles llegaban a la luna.
Volverás a escuchar el canto de tu madre
-Susurrado amuleto
Antes del sueño,
El ruido de la lluvia en el tejado
Los sinuosos caminos de la escuela
La primera caricia no esperada.
Verás de nuevo los desnudos oteros y las dunas
Las sombras de las nubes en la arena,
Y más allá
-Inalcanzable y tuyo-
El horizonte que te espera.
Todo lo veras en ese instante
En que la vida agota su faena.
Nombres paisajes rostros
Libros penas olvidos
Tú
El recuerdo las sombras
El vuelo de un insecto
La tarde
Todo será lo mismo.
Y nada encontrarás para decir adiós,
Todo lo llevaras contigo.
Serás todas las cosas
También nada.
No harás preguntas,
Sabrás quien eres,
A la tierra estarás entrelazado
Con dulzura irrompible,
Tu cotidiano afán habrá ya terminado.
Nada tendrás
Sólo el desierto,
Pero estará contigo eternamente
En cada arena.
Volverás al desierto,
Por un instante serás todas las cosas
Y estarás muerto.
Este poema lo leyó el poeta dedicado a un amigo muerto pero que está vivo
—
Publicado con permiso del autor.

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Mi hija Jennifer…
Por José Alberto Fernández Pereira
Es la compinche de mis secretos
amiga fiel hermana noble e hija
como Raquel, en una vida prolija
respetando siempre mis decretos.
De enseñarle los peligros de la vida,
mi hija Jennifer es un cacho de mi ser
amanecer que Dios me ayudó a crecer
te bendigo, por Siempre y de por vida.
Ser su Padre hermosa bendición y una pasión,
que Dios me dio, un bello jardín florido
y el día que nació creo haber amanecido
con una sonrisa de emoción en la ilusión.
La vida de un Padre es muy sublime,
y que nadie en este mundo subestime.
—
Publicado con permiso del autor.

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Padre, todos los días encuentro en mi bolsillo…
Por Néstor Mendoza (1985 – )
Padre, todos los días encuentro en mi bolsillo
piedras pulidas con tu nombre.
Tienen tus canas, volumen y dureza.
Desde hace años las encuentro fielmente,
pero nunca te lo había dicho.
Me sentía diminuto, mentira.
No te culpo por obligarme a mirar
las piernas del rocío antes de tiempo.
Limpias las aceras y los templos,
recoges las hojas del patio.
Dentro de tu dureza hay espuma y azúcar,
un miedo retorciéndose.
No te preocupes, prometo tender mi cama.
Tú no lo sabes, pero he inventariado tus ojos,
el brillo que tiembla en ellos,
durante el día
—
Publicado con permiso del autor.

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