Màximo Gòmez
Fue… Sobre el campo, tenebroso y yermo
bajo la tempestad embravecida,
acosada en la furia de los odios,
el alma de la tierra perecía…
Hondos clamores de infinitos duelos,
sordos gritos de cóleras altivas,
eran voz de las ansias inmortales
del alma de la tierra dolorida.
Surgió… Postrero paladín gallardo
de la heroica legión de almas lumínicas,
¡fue roja llama de volcán que ruge
con la explosión de seculares iras!
¡La roja llama enardeció los campos,
de uno en otro confín corrió bravía,
cual sacro fuego redentor que infunde
al alma de la tierra nueva vida!
¡Era del legendario Hatuey hercúleo
el fiero orgullo, la pujanza invicta,
resurgiendo, en la noche tempestuosa,
albor triunfal del esperado día!
¡Era la fe del genio de los Andes,
su alta visión profética cumplida!
¡La centuria de magnas epopeyas
todo un mundo, una raza redimía!
¡Hijo postrero de la heroica estirpe,
último paladín de alma lumínica,
hoy te besa, al sentirte en su regazo,
el alma de la tierra estremecida!
Habana, Junio de 1905
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