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Otoñal*

En el cielo,
sobre el fondo gris y opaco,
brilla el sol lánguidamente, sin fulgores.
Y su lumbre desmayada, cual de pálido crepúsculo,
es oscuro polvo de oro.
Pardas nubes
en el cielo.

En la tierra
todo duerme, no hay latidos.
Ya no brota de su seno vaporoso
el aliento de la vida.
La quietud mortal futura presintiendo,
todo duerme
en lo tierra.

En el viento
ya preludian los sollozos invernales,
los arpegios de las ráfagas
y las fugas tempestuosas.
Ya las alas del verano quemadoras no se agitan
en el viento.

En el bosque
surge el tono amarillento sobre el verde.
Desparece de las flores el arco-iris espléndido.
Y las hojas en el suelo se amontonan,
en el aire arremolínanse.

Y los árboles presumen
de las nieves el callado beso frío
y dispéersanse las aves.
Sólo los gorriones quedan
en el bosque.


(New York, octubre 1901}

* (Poesía fechada en Nueva York en octubre 1901), El Ideal, Santo Domingo, 18 de noviembre 1901; La Vanguardia, Puerto Plata (Rep. Dominicana), Noviembre 1901; firmada Pedro N. Henríquez Ureña.


florecitas

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