Pedro Henríquez Ureña-XXXII

A Cuba

En la muerte de Francisco Gonzalo Marín (1863-1897)

Virgen americana, mártir bella,
triste Cuba infeliz, jardín de flores,
tu luminosa solitaria estrella
iluminando va sangre y horrores.

En pos de libertad audaz te lanzas,
perla brillante de la indiana zona,
y en la contienda la victoria alcanzas;
mas ciñes del martirio la corona.

Ostentas en la frente inmaculada
la corona de espinas punzadoras,
y aunque para la lid estás armada,
para vencer, tus muertos hijos lloras.

Ante una tumba hoy con dolor te inclinas;
yace en ella un poeta y un patriota
que cruzó por tus llanos y colinas
luchando hasta exhalar su última nota.

Para cantar, de bronce fue su lira,
Y fue para lidiar viril su pluma;
siempre un grande ideal su mente inspira,
bellezas siempre su pincel esfuma.

A Borinquen cantó, su patrio suelo,
de Bolívar, de Washington, de Duarte
en las tierras se vio, mas fue un anhelo
tu independencia ¡oh Cuba, hija de Marte!

Y el romancero de la hercúlea lira,
el escritor de bullidora idea,
el periodista de la santa ira,
fue por tu libertad a la pelea.

¡Y hoy ya no existe! Al despertar ibero
combatiendo murió. Mas tu poesía
¡cantor del Veintisiete de Febrero!
no morirá, no muere la armonía.
…………………………………………….
¡Cuba, indómita antilla, tierra brava!
¡Patria de Heredia, de Martí y Zenea!
¡Rompe cadenas y no estés esclava!
¡Gloria tu nombre el Nuevo Mundo sea!

Y mientras a la lucha te apercibes
y marchas decidida a la victoria,
llora a ese muerto, cuyo amor recibes,
y vuela luego a conquistar la gloria!

Cabo Haitiano, octubre 1897


florecitas

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