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Mi Pedro

Mi Pedro no es soldado; no ambiciona 
de César ni Alejandro los laureles; 
si a sus sienes aguarda una corona, 
la hallará del estudio en los vergeles.

¡Si lo vierais jugar! Tienen sus juegos 
algo de serio que a pesar inclina. 
Nunca la guerra le inspiró sus juegos: 
la fuerza del progreso lo domina.

Hijo del siglo, para el bien creado, 
la fiebre de la vida lo sacude; 
busca la luz, como el insecto alado, 
y en sus fulgores a inundarse acude.

Amante de la Patria, y entusiasta, 
el escudo conoce, en él se huelga, 
y de una caña, que transforma en asta, 
el cruzado pendón trémulo cuelga.

Así es mi Pedro, generoso y bueno, 
todo lo grande le merece culto; 
entre el ruido del mundo irá sereno, 
que lleva de virtud germen oculto.

Cuando sacude su infantil cabeza 
el pensamiento que le infunde brío, 
estalla en bendiciones mi terneza 
y digo al porvenir: ¡Te lo confío!


florecitas

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