Salomé-IV

Amor y Anhelo

Quiero contarte, dueña del alma, 
las tristes horas de mi dolor; 
quiero decirte que no hallo calma, 
que de tu afecto quiero la palma 
que ansiando vivo sólo tu amor.

Quiero decirte que a tu mirada 
me siento débil estremecer, 
que me enajena tu voz amada, 
que en tu sonrisa vivo extasiada, 
que tú dominas todo mi ser.

Por ti suspiro, por ti yo vierto 
llanto de oculto, lento sufrir; 
sin ti es el mundo triste desierto 
donde camino sin rumbo cierto, 
viendo entre sombras la fe morir.

Y con tu imagen en desvarío 
vivo encantando mi soledad, 
desde que absorta te vi, bien mío, 
y arrebatada, sin albedrío, 
rendí a tus plantas mi libertad.

Deja que el alma temblando siga 
de una esperanza soñada en pos, 
que enajenada su amor te diga, 
mientras un rayo de luz amiga 
pido al futuro para los dos.

¡Oh! ¡si a tu lado pasar la vida 
me diera el cielo por todo bien! 
¡Si a tu destino mi suerte unida, 
sobre tu seno de amor rendida 
pudiera en calma doblar la sien!

¿Qué a mi la saña del hado crudo? 
¿Qué los amagos del porvenir? 
Tu amor llevando por todo escudo, 
yo desafiara su embate rudo 
y así me fuera grato vivir.

¡Ay! en las horas de hondo tormento 
que al alma asedian con ansia cruel, 
vuela en tu busca mi pensamiento, 
mientras el labio trémulo al viento 
tu nombre amado murmura fiel.

Ven y tu mano del pecho amante 
calme amorosa las penas mil, 
¡oh de mis ansias único objeto! 
Ven, que a ti sólo quiero en secreto 
contar mis sueños de amor febril.

Mas no, que nunca mi amante anhelo 
podré decirte libre de afán, 
gimiendo a solas, en desconsuelo, 
cual mis suspiros, en raudo vuelo, 
mis ilusiones perdidas van.

Tuya es mi vida, tuya mi suerte, 
de ti mi dicha pende o mi mal; 
si al dolor quieres que venza fuerte, 
sobre mi frente pálida vierte 
de tu ternura todo el raudal.


florecitas

Regresar a las obras de Salomé Ureña de Henríquez