Altagracia Zoraida Saviñón y Saviñón (1886-1942)
Altagracia Zoraida Saviñón y Saviñón, Tatá para sus familiares y amigos, nació en Santo Domingo el 28 de septiembre de 1886, hija de José Francisco Saviñón y Águeda Filomena Saviñón Bordas.
Una gran amistad la unió al poeta Osvaldo Bazil, del que se dice estuvo enamorada. Pero tan brillantes perspectivas terminaron en una tragedia personal: pierde la razón siendo aún muy joven y termina su vida, lamentablemente, en una celda del manicomio Padre Billini, entonces situado en la parte sur del antiguo convento de San Francisco. Aún se la recuerda con su sayón gris de San Francisco, pelo cortado al rape y una mueca de extravío en el rostro, garabateando posibles versos en las paredes desportilladas de aquel centro de beneficencia. De acuerdo al psiquiatra Antonio Zaglul, Tatá padecía una esquizofrenia de tipo paranoide, cuya primera explosión psicótica apareció a los treinta y ocho años.
El 3 de mayo de 1903 aparece en La Cuna de América «Mi vaso verde», una composición que habría de inmortalizar a su autora hasta el extremo de que sólo por ella ha logrado ocupar un puesto de honor en el parnaso dominicano, debido a que introduce entre nosotros el simbolismo.
Altagracia Saviñón no tuvo tiempo de escribir su obra, de la que apenas ha llegado a nosotros un par de poemas menores y dos prosas de gran fuerza poética publicadas en La Cuna de América. Sorprende, en un momento propicio a todo tipo de retórica, que una muchacha de 17 años, en sus inicios poéticos, haya producido versos tan depurados, tan avanzados en su factura y en sus imágenes como los de «Mi vaso verde». Muchos de sus artículos los firmó con el seudónimo de Violeta de la Fronda.
Dice el Dr. Mariano Lebrón Saviñón, primo de Tatá y también poeta: “Altagracia Saviñón pertenece al modernismo, hay quienes dicen que ella fue quien lo introdujo en Santo Domingo… Cantarle a un vaso verde tan llena de nostalgia, tan llena de tristeza, porque era una mujer muy sufrida, hermosa, pero enferma. Para Max Henríquez Ureña, ese es el primer poema modernista del país, por lo cual, la pone como pionera, contrario a la corriente que le daba este honor a Valentín Giró. Mi Vaso verde se publicó en 1900 y la Virgínea, de Giró, en 1902, de modo que ella es la introductora del modernismo en Santo Domingo”.
Otro poema que posee iguales o parecidos méritos sería «Incendio» de Gastón Fernando Deligne, poema de juventud que desestimado por su autor, quedó en manos de particulares, por lo que fue conocido tardíamente.
Murió en su ciudad natal el 23 de diciembre de 1942.