Poema del feto
Hamlet arruinado,
príncipe cuerdo de papel secante,
feto:
en la isla desierta de tu arribo
guardaste el cristal dandy de tu frasco,
monóculo,
y en la tranquilidad de tu borrachera
te quedaste sin opinar al margen de la vida.
Feto,
Hamlet sin dilema.
Pescadores salvavidas
te arrojaron el cable umbilical
de una esperanza,
pero no despertó tu dormida intención
y te quedaste
‑Budha sin éxtasis‑
en la impasibilidad de tu elegancia desnuda
soñando desde lo alto de tu frente rota.
Príncipe cuerdo de papel secante
diluído en la saturación de tu embriaguez,
‑causa sin causa,
efecto sin efecto‑
Feto:
ridículo fracaso de un millón de esperanzas,
triunfas en la eternidad
de tu infancia inocente
sin canciones de cuna
‑quedaron puros los pañales que te aguardaban
ante el gesto de asco que hizo el hospital‑
clown,
abecedario de muecas.
Niegas el tiempo
desde el fondo de tus pupilas
abiertas hacia adentro,
Lázaro negativo,
y era falso tu pasaporte
en la frontera de la vida
borracho precoz,
todavía añoras tu circo de entrañas
y desnudo
todavía luces tu traje de payaso desterrado
sin repertorio y sin contrata.
Hoy, pontifica tu nirvana
desde tu garita de cristal:
centinela al acecho de los alertas
de la paradoja.
Ancianito sin canas,
con la experiencia de no tener ninguna.
Mañana,
pontificará tu nirvana
desde tu garita de cristal.
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